Nadie puede olvidar a ese emperador de las áreas; a esa
motosierra humana, a aquel terror de los arqueros (locales); a ese 4
tímido, pero sin proyección al que nadie quería enfrentar; a un
jugador diferente, con garra, y que no sólo era un gran futbolista,
sino también, una excelente persona; hablamos, obviamente, del Gran
"Eber Ludueña".
Eber Carlos Ludueña, nacido un viernes 4 de abril (mes 4) de 1954,
de alguna manera predestinado con un número que lo acompañaría
durante gran parte de su carrera profesional. Y si decimos gran
parte, es porque la anécdota cuenta que una vez que fue expulsado
volvió al campo de juego con la casaca 15 de un suplente y el pelo
recogido.
|
De pequeño quería ser astronauta. Pero por las dudas comenzó
a prepararse para ser oficial fresador y también aprendió nociones
básicas de soldadura autógena. Hasta que un día fue convocado por
el técnico de la escuela industrial para integrar el equipo del
curso. "Lo cité porque era un pibe que tenía mucha
movilidad", cuenta hoy, a los 94 años, el otrora técnico de
San Lorencina de Pompeya.
Y
era verdad, Eber era el único con movilidad, ya que de chiquito
manejaba un enorme Rambler verde que le prestaba su tío, un
acaudalado empresario del churro.
|
|
El
saludo emotivo del Intendente de Pergamino, el Sr.
Gutierrez.
|
|
Así fue como, de casualidad, como todas las grandes cosas en
la vida, se presenta su oportunidad en el fútbol. Fue en el
casamiento de la hija del entrenador del colegio, donde
accidentalmente Eber conoce al entonces técnico de Ferro. Fue
accidentalmente, ya que sus autos chocan en el estacionamiento de la
fiesta.
De allí, bastaron semanas para que debute profesionalmente con la
casaca de Ferro en 1973, cuando entro a los 86 minutos en reemplazo
de Gómez Voglino. Ahí jugó 6 partidos, tuvo 5 amarillas, 3
tarjetas rojas.
Después,
con 20 años cumplidos, fue a préstamo a Olimpo de Bahía Blanca,
donde estuvo 2 años y fue siempre suplente. Desgastado por esa
situación, vuelve a Buenos Aires, y en un Registro de Propiedad del
Automotor actualizando una deuda de patentes, conoce a Pascutini,
quien le propone llevarlo a jugar a Rosario Central, en
agradecimiento a que Eber le cuidó su lugar en la cola.
En este periodo de su vida, Eber fue relacionado con varias figuras
del espectáculo, como por ejemplo Constanza Maral, Conni Vera o
Elena Sedova.
|
Al año siguiente va a jugar por el 20% a Desemparados de San
Juan, donde patenta su jugada emblemática: "la pavota".
Jugó unos partidos pero su gran esfuerzo no fue suficiente, ya que
descendieron. Dolido
por esa trágica situación abandona momentáneamente el fútbol
profesional y se dedica al negocio de la ropa deportiva abriendo un
local de DiPorto junto a su amigo Marcelo Toscanelli. Al tiempo se
funde, y seguidamente hacen lo propio con un paddle, un video club y
un parripollo.
|
|
Alejandro
Jorge Fantino le ofrece a Eber un poco de su propia medicina
durante el partido homenaje al (4).
|
|
Pese a los fracasos comerciales, la fama le había llegado, sin
embargo él mantenía la humildad y el aprecio que le daba el poco
publico que lo alentaba.
Se dio el gusto de tener cada modelo de auto que iba surgiendo:
Torino Comahue, Dodge Polara, Valiant 1 y 2, y hasta un pistero Fiat
Iava 128 usado, pero impecable. Con sus autos, empieza a viajar por
el país con ahorros de su carrera y conoce al Club Loma Negra de
Olavaria en donde Juega hasta fines del ´81.
Mientras analiza propuestas de ser DT. del Club Kimberley de Mar del
Plata, decide no abandonar el fútbol y seguir su carrera en
Temperley.
Con 28 años de edad se casa con Mabel, el amor de su vida. Aparte
del fútbol, filma una publicidades de Kent y de Tompson y Willams.
Ambas no salen al aire. En 1984 nace su único hijo "Ever
Vicente Ludueña", el segundo nombre en honor a su amigo
Vicente Pernía. Meses después encuentra a su esposa con el
preparador físico del club y decide separarse y cambiar de
institución.
Eber, que conoció la fama y el olvido; el amor profundo y el engaño
ingrato; conoce al club en donde empieza a jugar por el 20 % en
Douglas Haig de Pergamino. No solo que logran llegar a la B
Nacional, sino que baja su nivel de expulsiones. Nadie puede olvidar
esa melena rubia tapando el eterno número 4 de su espalda.
|
Hasta 1989 vive experiencias increíbles defendiendo la casaca
Fogonera. Por las noches salía a caminar con el
"Plumero"Gomes, "el Flaco" Nardoni, "el
sapo" Cuartas.
Luego, encuentra la posibilidad de ir a Chaco For Ever en donde
quiso jugar por la similitud con su nombre: En su primer y único
partido en esta entidad estuvo en el banco de suplentes, y cuando
estuvo por ganarse la titularidad le ofrecen ir a jugar a Chacarita.
Ya en fines de los 80 iba camino a una práctica y pincha una goma
de su Renault 12. Mientras la cambiaba, se zafa el criket y la
carrocería del auto aplasta su empeine. Esa lesión lo alejó del fútbol
para siempre.
|
|
La
pavota no se mancha. Eber Ludueña se despide de su público.
|
|
Tuvo oportunidades de volver, pero no llegó al nivel físico
que él deseaba estar (ese 35 % mínimo, que él mismo defendía).
Es por eso que no se puede precisar cuando termina su carrera.
El
paso por 10 clubes, 111 partidos en primera, 20 amarillas y 37
rojas; dos tiros en el palo y uno a 20 cm. del travesaño, fueron
algunas estadísticas de su carrera.
Desde el ´92 hasta el momento sigue al fútbol desde otro ámbito.
Estudió periodismo deportivo en clases particulares y ejerció esa
carrera en una FM de Choele Choel; hizo una publicidad gráfica de
autos Valiant. Dio clases de mini fútbol en Floresta y ejerció
como locutor en 2 festivales a lo largo del país.
Después de hacer comentarios en Código F en su rincón de los
veteranos, empieza como co-conductor de Mar de Fondo, ambos por TyC
Sports. Sin abandonar sus pequeñas Pymes promoviendo juguetes y
productos innovadores en lo comercial.
Hoy en día, con sus cuarenta y pico de años y su espectacular
vitalidad y apariencia nos brinda todas sus experiencias en lo
futbolístico; y también comparte sus fotos, videos y anécdotas,
que son una parte importante de la historia del fútbol argentino.
Es por eso que Ever C. Ludueña dejó y dejara grandes marcas que ya
nada ni nadie, podrán borrar.
|
|